domingo, 23 de diciembre de 2012

Miedos del 1 al 4.






Miedo número 1.
Pasar de largo otra vez
ignorando la curva de la carretera
en la que el musgo crece sin control.
Que se queden mis manos
pegadas al volante,
no abrir la puerta,
no quitarme los zapatos
y  no arañar con las pezuñas
las piedras que han caído ladera abajo
hasta esa selva líquida,
vertida tan cerca de mi ciudad.
(Que tú no sientas el goteo
sobre la piel del agua)

El miedo número 2
no lo recuerdo bien
pero tenía que ver con el juego
a solas de juntar palabras,
de pasar una mañana haciendo versos
y encontrarme muerta en el sofá,
mientras todas las películas han llegado al fin
y los extraterrestres han dejado de amenazarnos.
(Que olvides el camino a mi casa)

Ahora el número 3,
el miedo a perder el miedo,
a la anestesia,
al vestido de flamante,
¡si supieras que me sueño
que soy calva!
(Que te guste más con peluca)

Miedo número 4.
Que antes de conectarse el día,
el sentido encubra su rastro
con el zumbido del despertador.
En aquel sueño lo más alto no es una montaña
sino el piso último
de un bloque devorado por los líquenes.
En el sueño la tierra es lo que hay dentro
de un círculo pintado 
del que yo no puedo salir.
Subo y bajo escaleras
el mismo nuboso día gris.
Allí no se oyen mis preguntas.

Yo, la que sueño, quiero irme,
y la soñada no huye.

(Que pienses que yo nunca tengo miedo,
que no me grites sal de ahí
ni me tiendas la mano)