viernes, 13 de abril de 2012

Conversación de primavera.















Subimos la cuesta.
A mi lado camina el hombre bueno.
Y al otro lado, el hombre sincero,
que habla de sexo
como si masticase el vinagre de las campanillas.

Empieza a nevar.
Los aparto de mi rostro,
pero se me pegan a la ropa,
 enfrían mi pecho como si abrazara desnuda un cristal:
sin embargo no parece que al hombre bueno le afecten esos copos oscuros,
pues sabe dónde tiene que llegar
y que lo hará intacto.
El hombre sincero pregunta al hombre bueno
por las semanas, los días, las horas y los segundos
de su vida en que “nada, pero nada de nada”.
Este rebusca en el bolsillo del anorak.
Saca un trozo de pan de ayer, papelitos desteñidos, semillas secas.
Hace ademán de ofrecer algo importante.
Abre la boca y responde con un resto de otra conversación pasada,
con una frase antigua hecha de buenas intenciones.
No sufres, dice el hombre sincero,
tú no sufres, pregunta el hombre sincero,
deteniéndose a recoger más campanillas.
Noto que al hombre sincero le falta piel en la punta de los dedos.
El silencio se adhiere a los copos y los hace pesados.
Las preguntas acaban ensartadas en las agujas de los pinos.
El hombre sincero se quita la piel y la deja sobre las rocas.
Ambos coronamos la cuesta en carne viva.

4 comentarios:

fiorella dijo...

La vida es lo mismo para todos. Un beso. Vengo del blog de Say.

Angi La Fiera dijo...

...Pero no a todo el mundo le sienta igual ¿no te parece?
¡Bienvenida!

marcela dijo...

Hola Angi, a todo el mundo la vida en estos momentos yo creo que a todo el mundo la vida le deja en carne viva. Hay unas ocasiones en que la herida se cierra por un rato.
Un beso y gracias por visitarme.

Angi La Fiera dijo...

Pues sí, Marcela, pero algunos se empeñan en sentirse siempre protegidos: les protege la razón, la verdad. Son como el bueno de los dibujitos animados que veíamos cuando pequeñas, que sacaba su escudo protector, que nunca tenía heridas abiertas (si acaso golpes, pero no sangre).
Y felicidades por tu blog, tengo que explorarlo con más detenimiento.
Besos.