sábado, 19 de noviembre de 2011

Sesión de trabajo en grupo.






Aurora siempre dice 
que cualquier mujer lleva  
incorporada una bomba 
de relojería en el pecho.
Puedo comprobar que eso es cierto en cada reunión 
de trabajo con mujeres, 
además de en otras ocasiones,
por supuesto.







I.
Es su turno y responde “¿qué quiero?”. Claro que esa era también la pregunta.
Su mirada pasa las hojas de un libro invisible abierto sobre la mesa.
Levanta los ojos y el libro cae al suelo, bruscamente, en silencio.
En el aire que ocupa la pregunta
sus ojos proyectan una habitación oscura  en la que arden las respuestas.


II.
Sólo ha pasado un segundo desde el “¿qué quiero?”
 y ya esa mujer por fuera es un árbol pequeño,
un helecho crecido en un parterre sombrío.
Separa los labios y parece que verdean sus hojas,
o  tiemblan al paso de un vientecillo,
y que será el frágil instante
en que se presiente una rara especie de flor trueno.
Pero ella sigue callada.
Hojas secas esperando el paso que las haga rugir.
Miedo al sonido de su sangre
…Podría despertar a la mismísima primavera.