miércoles, 26 de octubre de 2011

Queda invitada.




¡La invito al tercero de la noche!
A ese sueño en el que estoy de vacaciones
y llueven bombas
o se acerca un tornado.

No abra los ojos,
no quiera huir del silencio en que se libra la batalla:
usted ya camina entre escombros
y cuando la ciudad caiga,
yo señalaré en el mapa
una pared maestra,
firme en el sueño anterior.
Abrazarla  allí será un placer
mucho más cierto si no abre los ojos.

Porque horas después cada una estará en sus asuntos.
Y, aunque siga notando el favor de mi brazo,
confiará lo vivido a la desmemoria.

De otra forma, no la invitaría a mi sueño.