martes, 27 de septiembre de 2011

Armas amigas



Ganas me dan de regalarte un paraguas, qué tontería.
Ayer quise llevarte un cuento
pero, aunque los cuentos digan la verdad,
no hallé el que hablase de la tuya.
Volví a considerar el paraguas.
Lo digo por el dolor, que algo habrás de hacer
hasta que desaparezca.
 Como amiga yo te daría un arma, 
que puede ser cualquier cosa,
hasta un avión de pasajeros en pleno vuelo,
habiendo casos más domésticos,
como la misma voz o una uña.

Sin embargo para el dolor yo prefiero
las conchas en la playa,
yertas, afiladas  e inconscientes
como colmillos de cachorro salvaje,
esas que encuentro convocadas en la arena 
sin más motivo visible que morir a mis pies
matando,
pero juntas.
A ellas ofrezco mis plantas desnudas
que se empeñan en sentirse vivas.
Es mi estrategia, oye,
quizás demasiado propia.
Pero con ella ensayo mi resistencia
sin tener que morir por cristales de botella
o por cuchillos que otros pongan en mi camino.

De todas formas si encontrara un cuento,
sin dudar te lo contaría.