lunes, 25 de julio de 2011

Tú no, pero sí tu nombre



Nunca vives del todo aquí.
Vienes de fuera
y andas de puntillas por lo extraño.

Crees que solo las hormigas dan fe
de tus pasos por las aceras.
Pero sientes nostalgia del riesgo
si  alguien, un hombre mismo,
te dice entre dos coches,
un hombre que siempre ha vivido aquí,
cómo estás,
sigues trabajando,
no sabes cuánto te nombra mi hijo.

No, no lo sabes.
Sonríes y te alejas
unida por un instante a ese intrépido nombre tuyo,
viajero por los pliegues de la memoria ajena,
instalada fugazmente
en un nombre visitador
que regala timbres, estampas, aromas
que hacen al otro más real
allí donde esté,
lejos de ti,
aquí mismo.

Te vas
porque tú
no vives aquí,
pero sí tu nombre.

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